Post by Admin on Jan 13, 2024 20:57:08 GMT
EL MILENIO ESPIRITUAL
La profecía del milenio mencionada en Apocalipsis 20 ha sido objeto de grandes debates a lo largo de la historia. Sin embargo, al analizar detenidamente las Escrituras, podemos comprender que este milenio no se refiere a un periodo futuro de mil años de paz literal en la tierra, sino a un reinado espiritual ya cumplido.
Tras la muerte y resurrección de Cristo, el antiguo príncipe de este mundo, Satanás, fue derrotado y despojado de su poder (Juan 12:31, 16:11; Colosenses 2:15). Fue atado por el Señor durante un tiempo determinado, para que pudiera predicarse el evangelio a todas las naciones del imperio romano (Apocalipsis 20:2-3).
Este periodo de encadenamiento de Satanás fue de 36 años, durante los cuales el Espíritu Santo obró poderosamente en la iglesia primitiva, multiplicando los creyentes y extendiendo el mensaje del reino por todo el mundo conocido (Hechos 2:1-47). Fue la era de la promesa del Espíritu profetizada por Joel, la era mesiánica por excelencia (Hechos 2:16-21).
Durante este periodo intermedio, sucedieron varios hechos importantes:
- Los apóstoles y primeros cristianos predicaron el evangelio por todo el mundo conocido en ese entonces, que era el Imperio Romano, tal como Jesús lo había mandado (Mateo 28:19-20, Marcos 16:15).
- Se fundaron muchas de las iglesias a las que se dirigen las epístolas del Nuevo Testamento, como las iglesias de Roma, Corinto, Efeso, Filipos, Colosas, Tesalónica, etc.
- Se escribieron los libros del Nuevo Testamento, guiados por el Espíritu Santo, para establecer la doctrina y enseñanza de las iglesias.
- Aconteció la primera resurrección (Apocalipsis 20:4-6), la de los santos bienaventurados que se sentaron sobre tronos, y recibieron facultad de juzgar; y las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. Los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplió el milenio espiritual.
- Creció la tensión entre el pueblo judío y las autoridades romanas, lo que desembocaría en la gran revuelta judía del año 66 d.C., marcando el inicio de la segunda mitad de la última semana de Daniel.
De ese modo, durante esos 36 años se sentaron las bases doctrinales y estructurales para el desarrollo de la iglesia, hasta el momento en que comenzaría el cumplimiento de las últimas profecías mesiánicas y el fin de la era judía.
Al cumplirse este tiempo, en el año 66 d.C. comenzó la gran tribulación sobre el pueblo judío, tal como fue profetizado (Daniel 12:1; Mateo 24:21). Fue entonces que Satanás fue liberado por un poco de tiempo (3.5 años, 42 meses, 1260 días), para engañar a las naciones en los cuatro ángulos de la tierra y congregarlas para la batalla (Apocalipsis 20:7-8).
Pero el Señor permitió esto para dar cumplimiento a sus designios. Pues una vez finalizada la tribulación en el 70 d.C., el engañador fue echado al lago de fuego y azufre, donde la bestia y el falso profeta ya estaban (Apocalipsis 19:20). Este lago de fuego representa un estado espiritual de tormento eterno, lejos del amor de Dios. Desde entonces, aunque sigue tentando a la humanidad, ya no tiene el poder de la muerte sobre los hijos de la fe.
En el año 70 d.C., se cumplieron todas las profecías: la destrucción del templo, la gran tribulación, la segunda venida del Señor y la resurrección de los muertos. Todo fue cumplido exactamente 40 años después de la ascensión victoriosa de Jesús al Cielo y el inicio de la Era del Espíritu en el 30 dC.
Hermanos, veamos en este milenio espiritual ya cumplido, la victoria definitiva que Cristo obtuvo sobre las fuerzas del mal. Sigamos confiando en que, aunque el enemigo aún ronda buscando a quién devorar, está ya vencido. Ocupémonos, pues, en extender cada día más el reino de nuestro Señor Jesucristo, hasta que Él nos llame a su presencia gloriosa. ¡El reinado de los cielos está ya entre nosotros!
La profecía del milenio mencionada en Apocalipsis 20 ha sido objeto de grandes debates a lo largo de la historia. Sin embargo, al analizar detenidamente las Escrituras, podemos comprender que este milenio no se refiere a un periodo futuro de mil años de paz literal en la tierra, sino a un reinado espiritual ya cumplido.
Tras la muerte y resurrección de Cristo, el antiguo príncipe de este mundo, Satanás, fue derrotado y despojado de su poder (Juan 12:31, 16:11; Colosenses 2:15). Fue atado por el Señor durante un tiempo determinado, para que pudiera predicarse el evangelio a todas las naciones del imperio romano (Apocalipsis 20:2-3).
Este periodo de encadenamiento de Satanás fue de 36 años, durante los cuales el Espíritu Santo obró poderosamente en la iglesia primitiva, multiplicando los creyentes y extendiendo el mensaje del reino por todo el mundo conocido (Hechos 2:1-47). Fue la era de la promesa del Espíritu profetizada por Joel, la era mesiánica por excelencia (Hechos 2:16-21).
Durante este periodo intermedio, sucedieron varios hechos importantes:
- Los apóstoles y primeros cristianos predicaron el evangelio por todo el mundo conocido en ese entonces, que era el Imperio Romano, tal como Jesús lo había mandado (Mateo 28:19-20, Marcos 16:15).
- Se fundaron muchas de las iglesias a las que se dirigen las epístolas del Nuevo Testamento, como las iglesias de Roma, Corinto, Efeso, Filipos, Colosas, Tesalónica, etc.
- Se escribieron los libros del Nuevo Testamento, guiados por el Espíritu Santo, para establecer la doctrina y enseñanza de las iglesias.
- Aconteció la primera resurrección (Apocalipsis 20:4-6), la de los santos bienaventurados que se sentaron sobre tronos, y recibieron facultad de juzgar; y las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. Los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplió el milenio espiritual.
- Creció la tensión entre el pueblo judío y las autoridades romanas, lo que desembocaría en la gran revuelta judía del año 66 d.C., marcando el inicio de la segunda mitad de la última semana de Daniel.
De ese modo, durante esos 36 años se sentaron las bases doctrinales y estructurales para el desarrollo de la iglesia, hasta el momento en que comenzaría el cumplimiento de las últimas profecías mesiánicas y el fin de la era judía.
Al cumplirse este tiempo, en el año 66 d.C. comenzó la gran tribulación sobre el pueblo judío, tal como fue profetizado (Daniel 12:1; Mateo 24:21). Fue entonces que Satanás fue liberado por un poco de tiempo (3.5 años, 42 meses, 1260 días), para engañar a las naciones en los cuatro ángulos de la tierra y congregarlas para la batalla (Apocalipsis 20:7-8).
Pero el Señor permitió esto para dar cumplimiento a sus designios. Pues una vez finalizada la tribulación en el 70 d.C., el engañador fue echado al lago de fuego y azufre, donde la bestia y el falso profeta ya estaban (Apocalipsis 19:20). Este lago de fuego representa un estado espiritual de tormento eterno, lejos del amor de Dios. Desde entonces, aunque sigue tentando a la humanidad, ya no tiene el poder de la muerte sobre los hijos de la fe.
En el año 70 d.C., se cumplieron todas las profecías: la destrucción del templo, la gran tribulación, la segunda venida del Señor y la resurrección de los muertos. Todo fue cumplido exactamente 40 años después de la ascensión victoriosa de Jesús al Cielo y el inicio de la Era del Espíritu en el 30 dC.
Hermanos, veamos en este milenio espiritual ya cumplido, la victoria definitiva que Cristo obtuvo sobre las fuerzas del mal. Sigamos confiando en que, aunque el enemigo aún ronda buscando a quién devorar, está ya vencido. Ocupémonos, pues, en extender cada día más el reino de nuestro Señor Jesucristo, hasta que Él nos llame a su presencia gloriosa. ¡El reinado de los cielos está ya entre nosotros!