Post by Admin on Feb 7, 2024 1:40:20 GMT
"¡SED SALVOS DE ESTA PERVERSA GENERACIÓN!" EL LLAMADO DE PEDRO EN PENTECOSTÉS
En Hechos 2:40, Pedro predica en el día de Pentecostés luego del derramamiento del Espíritu Santo, y explica la profecía de Salmos 16:10 acerca de la resurrección de Cristo, exhortando a los judíos a salvarse de la generación perversa en la que viven.
Con "esta perversa generación" se refiere claramente a la generación contemporánea de los judíos que rechazaron a Jesús como el Mesías. Era una generación endurecida, obstinada y rebelde, que crucificó al Hijo de Dios y seguía empecinada en no recibir el testimonio de los apóstoles sobre su resurrección y señorío.
Pedro les advierte que deben apartarse de los males y la incredulidad de esa generación torcida, y creer en Jesús para alcanzar el perdón de pecados y la salvación prometida. De lo contrario, correrían la misma suerte que sus padres en el desierto, muriendo en sus pecados e incrédula rebelión antes de entrar en el reposo celestial (Hechos 13:36; Salmos 95).
Esta exhortación cobra un sentido más profundo si tenemos en cuenta que la destrucción total de Jerusalén y el Templo ocurriría apenas 40 años después, en el año 70 d.C., como un juicio definitivo sobre aquella generación malvada que rechazó a su Mesías.
Pedro estaba advirtiendo a sus oyentes judíos que se apartaran del endurecimiento y la incredulidad de sus padres, para no sufrir su mismo destino de juicio y muerte, por medio de la fe en la obra redentora de Cristo. Era la única manera de salvarse de los tiempos catastróficos que se avecinaban sobre la nación rebelde de Israel.
En Hechos 2:40, Pedro predica en el día de Pentecostés luego del derramamiento del Espíritu Santo, y explica la profecía de Salmos 16:10 acerca de la resurrección de Cristo, exhortando a los judíos a salvarse de la generación perversa en la que viven.
Con "esta perversa generación" se refiere claramente a la generación contemporánea de los judíos que rechazaron a Jesús como el Mesías. Era una generación endurecida, obstinada y rebelde, que crucificó al Hijo de Dios y seguía empecinada en no recibir el testimonio de los apóstoles sobre su resurrección y señorío.
Pedro les advierte que deben apartarse de los males y la incredulidad de esa generación torcida, y creer en Jesús para alcanzar el perdón de pecados y la salvación prometida. De lo contrario, correrían la misma suerte que sus padres en el desierto, muriendo en sus pecados e incrédula rebelión antes de entrar en el reposo celestial (Hechos 13:36; Salmos 95).
Esta exhortación cobra un sentido más profundo si tenemos en cuenta que la destrucción total de Jerusalén y el Templo ocurriría apenas 40 años después, en el año 70 d.C., como un juicio definitivo sobre aquella generación malvada que rechazó a su Mesías.
Pedro estaba advirtiendo a sus oyentes judíos que se apartaran del endurecimiento y la incredulidad de sus padres, para no sufrir su mismo destino de juicio y muerte, por medio de la fe en la obra redentora de Cristo. Era la única manera de salvarse de los tiempos catastróficos que se avecinaban sobre la nación rebelde de Israel.